FENA

Creo que es martes

Ensayo por Paola Tamarit

Tengo que despertar a la nena que se acostó tardísimo porque todos los horarios están corridos pero lo mejor es tener una rutina dicen los profesionales de la tele ¿Tendrán hijos? Es casi imposible.

Así y todo, empiezo a despertar a mi hija. Tipo nueve y media logro que se levante y desayune. Es el límite porque a las 10 tiene el primer zoom del día. Primero tiene clase de Matemáticas y a la tarde le toca Inglés. Todavía le falta leer el cuento de inglés.

El zoom es otro tema. Hay que tenerla clara con el zoom y Classroom y yo ni idea. Después de haberla metido en reuniones equivocadas varias veces aprendí a hacerla entrar, descubrí cómo abrir la tarea, hacerla y que le llegue al docente. Cuando me equivoco a la niña le da vergüenza, se enoja, se frustra y me la tengo que bancar con cara de culo lo que reste de la sesión, de la tarde o, en el peor de los casos, lo que reste del día.

Hasta ahora sólo un día no tuvimos internet pero prefiero ni acordarme de ese día.

Empieza el “Tengo hambre, ma” y sé que llegó el mediodía. ¿Qué hago? Cocino algo mientras escucho cómo lee el cuento en inglés para el zoom de la tarde.

El perro hizo caca en el patio. Mi marido no lo vio al volver de hacer las compras y pisó la caca. La pisó y la desparramó por toda la casa. Lo limpia pero queda olor. Le pasa lavandina pero queda olor. La nena exclama “¡Qué olor, mamá!” como pidiéndome que lo resuelva pero yo estoy con la comida.

Almorzamos. Disfruto que estemos les tres a la hora del almuerzo. ¿Tendremos muchos más almuerzos así? ¿Cuándo se terminen los voy a extrañar? ¿Y si no terminan? Mientras la hija levanta los platos, el padre empieza a lavarlos. Aprovecho a chusmear el WhatsApp y encuentro 4 chats de trabajo.

Si me pongo ahora tengo 3 horas para laburar hasta que la nena vuelva a necesitar la compu para el zoom. No me puedo concentrar, de fondo chequeo que siga leyendo el cuento. Contesto un par de mails, hago 2 llamados, hago una lista de las cosas que quizás pueda resolver a la noche. ¿Qué hora es?

EL ZOOM. Ya estamos entrando tarde. No leyó el cuento entero ¿Cómo puede ser si está desde las 11 leyendo el cuento? Abrimos el zoom. Ella llora porque no “terminamos” el cuento. Me quedo con ella y en cuanto me relajo un poco me doy cuenta de lo mucho que me duele el cuerpo. Capaz hoy puedo hacer yoga.

Mi mamá me llama por videollamada de WhatsApp. Quiere verme, quiere charlar. Yo también quiero y le dedico todo el tiempo que puedo. Aprovecho que al zoom le queda un rato largo. ¿Cómo que ya terminó el zoom? “Si, mamá, y tengo tarea que no entiendo.” Miro las consignas mientras le sirvo una merienda que la haga tirar hasta la cena. No entiendo nada, yo no sé inglés.

La mando a bañarse. Ya se baña sola pero siempre necesita algo: el agua está muy caliente, el pelo largo se le enredó, se le metió shampoo en el ojo, salió toda mojada y no encontró la toalla.

Son las ocho y media. ¿Qué cenamos? Lo miro a mi compañero y me pregunta si cocina él. Le agradezco. ¿El me agradece cuando cocino yo? No importa, ya le agradecí y aprovecho para hacer yoga.

Cenamos, caigo en el sillón y pienso que todavía no hice la DDJJ y no pude ver cómo mierda se crea reunión en zoom. Me dan ganas de ponerme a ver una película, pero sé que me voy a quedar dormida. Será mañana.

Acuesto a mi hija, le leo, le prometo que mañana la ayudo con inglés y ya vamos a entender. En algún momento se duerme.

Querría salir con mi compañero, caminar por el río, deambular. Salimos al patio y fumamos. Charlamos y nos reímos un rato.

Un día más.

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